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sábado, 15 de diciembre de 2018

PORQUE ESCRIBIMOS

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PORQUE ESCRIBIMOS
Ya German Dehesa, José Emilio Pacheco, Octavio Paz, Felipe Garrido, Octavio Paz, Isaac Asimov, Víctor Hugo, etcétera; nos han explicado por qué se escribe; porque se preserva la memoria en el papel y no en la arena, en la roca y no en el agua; y es que la escritura permite preservar la información mucho más que en la memoria; pero también es necesario que el que lee conozca el código de lo que se escribe; como explica Margarita Gómez-Palacio; pues la lectura de lo que se escribe permite a muchas personas el acceso a la información; al análisis, a la discusión y al intercambio de ideas. Y esto es, porque la escritura perdura; más allá de los tiempos. Los materiales en lo que se escribe, si se saben conservar perduran y se pueden consultar tal como lo hizo Halley para prever el paso de un cometa; o como cuenta Umberto Eco, para saber de Adso y de William. Y es que lo escrito permanece y perdura a través del tiempo.
Esta es la causa que motiva al que escribe para aprender a controlar su mensaje revisando y corrigiéndolo todas las veces que se considere necesario; aunque si parafraseamos a Gabriel García Márquez; “cada que leo mis escritos, me nacen las ganas de corregirlos; pero como ya muchos son clásicos, me es más difícil”. Aclaremos que la escritura permite al autor y al lector pensar y repensar las ideas y los modos de representarlas. La lectura dependiendo de las épocas y de los lectores permite la construcción de nuevas imágenes mentales; permite la adaptación de las ideas a la tecnología y un estudio más profundo de lo que se escribe, de quien lo escribe y quien lo lee.
--Así recordamos de Víctor Hugo, la introducción a Notre Dame (el Jorobado de Nuestra Señora de Paris) cuando nos describe que a la entrada de la iglesia, al lado de la puesta hay una roca con una marca, que señala, la pena y el dolor del que allí dejo su huella; señalando para la posteridad, el recuerdo de su desgracia. –
Para muchos, incluidos los docentes, pasar de lo oral a lo escrito es cosa fácil; pero la verdad esta es una mala impresión; no siquiera a los que se nos considera, responsables o trabajadores del aprendizaje, se nos facilita escribir lo que pensamos, escribir un diario o simplemente plasmar una idea. Y es que precisar lo que se quiere decir es algo complicado; ya que muchos de lo que se habla se basa en sobre entendidos; y creemos que al escribir se puede hacer de la misma manera; pero un escrito así presenta errores en la ilación, repetición de ideas; una palabra entendida por otra (ya por la ortografía, o por no estar bien textuada)

Ya lo señala Emilia Ferreiro  - SI LOS DOCENTES NO LEEN, SON INCAPACES DE TRANSMITIR EL PLACER DE LA LECTURA- mucho menos el hecho de poder escribir; y es que para escribir necesita haber leído mucho, y aprendido a hilar ideas y conocimientos de varios autores; como diría Asimov aprender a tomar textos de otros textos y adaptarlos a su propio imaginario.

                Los maestros a fuerza de trabajo y de experiencia han aprendido que es en la lengua escrito, donde aparte de la ortografía y la puntuación; tomas mayor significado la sintaxis y la coherencia – El ejemplo de Octavio paz en el laberinto de la soledad, Felipe Garrido en su texto la vasija o en la fiera sin reposo; nos dejan en claro las reglas que rigen las relaciones entre las oraciones en el texto; así se comprende el modo en que se articula el sentido. El docente, como diría Teodoro Jesús (asesor del DECAD); el maestro no aprende con solo manejar las reglas – sino en una práctica sostenida y rigurosa de la escritura-, motivo por el cual cuando fuimos parte del Departamento de Capacitación y Actualización Docente (DECAD) Justino, Carmen, Teresa, Jesús Teodoro, propiciaban una práctica sostenida y rigurosa en la elaboración de textos por parte de nosotros como asesores académicos.
                Y como una vez nos menciona Gerardo Ciriani, Carola Diez y Laura Nakamura; los escritores expertos; planifican y organizan, mentalmente o en el papel lo que van a escribir y releen constantemente el texto que están escribiendo para ajustarlo a los posibles lectores.
Y es que a ellos además consideran para quien escriben; así que en esas revisiones ajustan la lectura para el lector final, corrigen los aspectos normativos, sintácticos y semánticos del textos; movidos por el interés de comunicar con eficacia; Un claro ejemplo lo encontramos en el texto el periquillo sarniento; adaptado por Felipe Garrido.
BIBLIOGRAFIA

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