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Los Consejos Técnicos Escolares: la simulación.
Por: Rubi
Yadira Cuevas Cuevas. 29/10/2015
Con la
reforma educativa de 2013, la Secretaría de Educación Pública estableció los
nuevos lineamientos para la organización y el funcionamiento de los Consejos
Técnicos Escolares (CTE), con el propósito de que este órgano junto con las
autoridades educativas federales y estatales, vigile y asegure que se alcancen
los resultados educativos establecidos en el artículo 3° constitucional y en
los planes y programas vigentes (SEP, 2013).
Desde esta
perspectiva, el CTE se define como el colegiado de docentes que, bajo el
liderazgo del director y el acompañamiento cercano del supervisor, se encargan
de tomar y ejecutar las decisiones encaminadas para que la escuela garantice el
logro de los aprendizajes en todos los estudiantes. (SEP, 2013).
Estas
decisiones, dependen en gran medida de la capacidad de liderazgo académico del
director o del supervisor, que muchas veces no existe, porque en la mayoría de
los casos solo se han limitado a desempeñar una función administrativa, a pesar
de eso, son los responsables de coordinar y orientar el desarrollo del
trabajo colegiado en el CTE, cuyo eje principal debieran ser las necesidades y
contextos del centro escolar, que les permita identificar, analizar, atender,
dar seguimiento y evaluar situaciones educativas que lleven a la mejora en
beneficio de los aprendizajes de los alumnos y del desarrollo integral del
niño.
Sin
embargo, las sesiones del consejo técnico escolar que se llevan a cabo conforme
al calendario oficial de la Secretaría de Educación Pública, giran en torno a
las guías de trabajo elaboradas por la autoridad federal, las cuales,
establecen que las decisiones de los docentes deben responder a las prioridades
de mejora educativas, en lectura, escritura, matemáticas, normalidad mínima,
convivencia escolar y rezago educativo, dando mayor importancia a estos
aspectos y dejando de lado, aprendizajes en lo afectivo, físico, salud,
apreciación y expresión artística, mundo natural y social, lenguaje y
comunicación, tan importantes para el desarrollo integral del niño, tal como lo
marcan el Art. 3° Constitucional que dice: “La educación que imparta el Estado
tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano…”
(DOF, 2014) y los propósitos de la educación preescolar planteados en el
programa de estudios 2011.
Ante esta
situación incoherente, entre lo que fijan los lineamientos de los CTE y lo que
marca el Art. 3° constitucional, junto con los planes y programas de estudio
vigentes, los directores y supervisores como líderes, solo se limitan a
seguir las guías, coordinar el trabajo para elaboración del diagnóstico a
partir de las líneas fijadas por la autoridad federal y la elaboración de la
ruta de mejora o ruta crítica, donde se planea, se organiza, ejecutan,
dan seguimiento y evalúan las acciones y metas que se deben alcanzar durante el
ciclo escolar, siendo mínima la posibilidad de asumir una postura reflexiva y
de propuesta para tomar decisiones diferentes a lo establecido en las
guías de trabajo, en apego a lo que realmente requiere la escuela y sus
alumnos, con esto queda claro, que si no existe liderazgo académico, el funcionamiento
del CTE solo se convierte en una simulación administrativa, con pocas
posibilidades de mejora de los aprendizajes.
Para
muestra, el desarrollo de las sesiones de CTE, que se caracterizan porque el
tiempo se ocupa para dar lectura a la guía de trabajo, realizar algunas de las
actividades que allí se marcan, y otras, se deben aplicar posteriormente en la
escuela para recabar las evidencias que se reportarán en la siguiente
sesión (mensual) del CTE, donde la reflexión, discusión y análisis profundo
sobre el proceso enseñanza-aprendizaje no existe, puesto que, se limitan
a lo que establece el cuadernillo de trabajo, homogeneizando los temas a todas
las escuelas del país y olvidando las particularidades de cada centro escolar y
su contexto.
En este
tenor, la percepción de los docentes coincide en que los CTE incrementa la
carga de trabajo, sin que haya relación directa con los aprendizajes de los
alumnos, ni que se tenga la descarga administrativa prometida por la autoridad
y el fortalecimiento académico de directores y supervisores para que desempeñen
su función de acompañamiento y asesoramiento a los docentes.
Fotografía:
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