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viernes, 13 de febrero de 2015

La Decena Trágica: asesinan a Madero y a Pino Suárez

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La Decena Trágica: asesinan a Madero y a Pino Suárez
Hace  ciento dos años
 Se consumó la infamia: ante su gabinete, el presidente Huerta le dio la estocada final a la zozobra producida por los rumores.
CIUDAD DE MÉXICO, 22 de febrero.- Era medianoche. El presidente Victoriano Huerta hizo un llamado urgente a todo su gabinete y con apenas unas palabras dio por terminada la zozobra producida por los rumores: Francisco I. Madero y José María Pino Suárez estaban muertos.
                Fueron atacados por un grupo armado que intentó asaltar los automóviles en que eran trasladados de Palacio Nacional a la Penitenciaría de Lecumberri. En la confusión los prisioneros quisieron escapar.
                Así decía el primer reporte que Huerta leyó de los hechos ocurridos minutos después de las 23:00 horas, del 22 de febrero de hace cien años.
                “Sobre las diez de la noche, se acostaron los prisioneros: a la izquierda del centinela, el catre de Ángeles; el de Pino Suárez al frente; a la derecha, el de Madero. Apagáronse las luces. A los pocos minutos, un oficial Chicarro penetró con el mayor Francisco Cárdenas y ordenó a Madero y Pino Suárez que los acompañaran a la Penitenciaría. Con huella de lágrimas en el rostro, “don Pancho” abrazó al fiel Ángeles y subió al auto que lo llevaría a la muerte”, narra Manuel Márquez Sterling en su libro Los últimos días del presidente Madero.
                Los reportes policiacos, que la prensa nacional publicó al día siguiente, relataron que al llegar los coches a un costado de Lecumberri hombres armados se acercaron con intención de robarles y de inmediato comenzaron a disparar. Los escoltas respondieron el tiroteo, en el que dos agresores resultaron heridos y uno muerto.
                “Los señores Madero y Pino Suárez cayeron atravesados por las balas de uno y otro bando, seguramente”, informaron. Al escuchar el tiroteo, guardias de Lecumberri salieron para apoyar a los lesionados y llevaron los cuerpos de los prisioneros a la enfermería de la cárcel.
Pensaron que aún vivían.
                Pero Virgilio Villanueva, médico cirujano que realizó la autopsia de ambos cadáveres, confirmó que Madero y Pino Suárez fallecieron en el momento del ataque: “…el ciudadano Francisco I. Madero falleció a consecuencia de dos heridas penetrantes de cráneo. El licenciado José María Pino Suárez falleció a consecuencia de trece heridas penetrantes de cráneo”, se lee en la autopsia, que recoge Antonio Saborit en su libro Febrero de Caín y de metralla.
                Dos días después, cuentan las crónicas del libro, los familiares pudieron recoger los cuerpos de los muertos. El de Madero se llevó, en un ataúd forrado de seda y agarraderas de plata, al panteón Francés, donde el sepelio lo presidió Jesús González, magistrado de la Suprema Corte de Nuevo León, el periodista Leopoldo Zea y el fotógrafo Agustín Casasola. Nadie más acudió.
                Mientras el cadáver de Pino Suárez lo recogió el diputado Albino Acereto y lo llevó al panteón Español.
                “El asesinato de Madero evidentemente no estaba planeado cuando inició el levantamiento armado, el 9 de febrero. El asesinato es más bien una consecuencia de cómo se van dando los alineamientos políticos una vez que es asesinado Bernardo Reyes”, reflexionó Carlos Martínez Assad, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Pues a pesar de que se mantuvo la versión de que el ataque era resultado de un asalto y que los prisioneros intentaron escapar, meses después el departamento británico de investigación Foreign Office envió un informe en que aseguró fue un crimen planeado.
                “A las cinco de la tarde de ese día, cierto ciudadano británico recibió un mensaje telefónico de parte de un acaudalado terrateniente llamado Ignacio de la Torre, yerno del general Porfirio Díaz. El mensaje decía que enviara un auto de inmediato a su casa. Tras una larga espera se le indicó que se dirigiera al Palacio Nacional. A las 11:00 horas, Madero y Pino Suárez fueron subidos al automóvil.
                “Los automóviles avanzaron por un camino tortuoso en dirección a la Penitenciaría, pero pasaron de largo la entrada principal. Mientras bajaba Madero, Cárdenas le puso su revólver a un lado del cuello y lo mató de un balazo. Pino Suárez fue conducido hasta el muro de la Penitenciaría y fusilado ahí. No hubo intento de escapar y no se produjo intento de rescatarlos.”
Para Martínez Assad la muerte de Madero se vislumbró desde que su hermano Gustavo acusó de traición a Huerta.
                “Si bien se puede anunciar que lo que sí se sabía desde varias semanas antes era el golpe de Estado, creo que finalmente el asesinato fue motivo de las contradicciones que estaba viviendo el grupo que asumió el control de la Presidencia”, añadió el investigador.
Con la muerte de Madero, continuó, el intento de un gobierno democrático en el país se truncó y en su lugar llegaron varios años de incertidumbre política.
                “La inmediata consecuencia de esta ejecución está en la respuesta que dio una parte del norte del país a semejante cobardía. El auténtico inicio de la llamada Década Armada, está ahí”, concluyó Saborit.
 Esto, que acaban de leer ¿Qué les recuerda?
El que desconoce la historia, está condenado a repetirla
si consideramos lo descrito encontramos un gran parecido con lo sucedido en Ayotzinapa; pero en lugar de Madero y Pino Suárez; encontramos a los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa; pues bien esto se deja para la historia.

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