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La goma de borrar y la
creatividad
Publicado el 28 de febrero
de 2002
Cualquiera que haya
transitado las aulas sabe que la diferencia entre un buen docente y uno mediocre no son sus conocimientos, sino
su sabiduría "interior", su don de gente, y su creatividad
para abordar los temas cotidianos.
La tecnología siempre ha sido un parche para esos docentes
mediocres.
Muchos de éstos piensan que los espejitos de colores que
proporcionan las computadoras sirven para salvar una clase
"chata", o en todo caso dada con desgano, ya que la
computadora, suponen, es de por sí lo suficientemente atractiva entre los chicos como para suplir esa carencia.
Permítanme entonces relatarles lo siguiente.
Cuenta la leyenda (urbana y muy contemporánea para
ser precisos) que, en cierta ocasión, un Director de un colegio recorría
los pasillos de éste, cuando al acercarse a la Sala de Computación oyó un griterío ensordecedor.
Al ingresar, la imagen de lo que veía confirmaba lo que
intuía: los chicos de sexto grado se peleaban y gritaban,
mientras la Coordinadora de Informática les pedía –también a los
gritos- que se sienten frente a las pantallas.
Al entrar el Director, todos los chicos, en forma
paulatina, fueron haciendo el silencio que su presencia imponía.
• ¿Qué es lo que sucede aquí?, le preguntó a la
desconsolada docente.
• Sabe lo que pasa, señor Director, yo ya no tengo más
programas, y uso siempre los mismos, y los chicos ya están cansados de
los utilitarios y
todos esos programas. Ellos quieren algo "muy
multimedia"... con muchos gráficos y sonidos... y aquí no nos compran
nada de eso, sentenció. Además, les prohibí que usaran Internet
porque se la pasaban chateando...
• Bien, veamos. Permítame hablar con los chicos.
• Por supuesto, ni qué decirlo señor, le contestó
rápidamente la docente, mientras el Director tomaba una goma
de borrar de uno de los escritorios.
• ¿Saben qué es esto?, preguntó al ahora atento auditorio.
• Obvio, dijo uno. Por su, dijo otro. Una goma,
dijo un tercero, con cara de superado.
• Muy bien. ¿Y de dónde sale la goma?
• De una fábrica..., de una máquina..., de un árbol...
• Bien, bien, de un árbol llamado caucho, del cual se
extrae una resina
Llamada esteee... la verdad es que no recuerdo muy bien cómo se
llama, pero ¿qué tal si ustedes me ayudan?
• Si, sí, déle Dire, dijeron a coro unos cuantos.
• A ver, ustedes cinco: van a averiguar cuáles son los
productos que se hacen con el caucho. Ustedes, los que están contra la
pared, averigüen los lugares donde crece el caucho y el
tipo de clima que necesita; los del fondo quiero que hagan un
croquis con los pasos a seguir desde que se extrae esa resina hasta que se transforma en goma; y los que están
debajo de la ventana busquen cómo se recicla el caucho.
• Pero, ¿cómo lo hacemos?, preguntó un pelirrojo algo
preocupado.
Tienen dos horas de clase, ¿no es así?
• Siiiiii, respondieron los chicos mientras la docente
movía su cabeza afirmativamente.
• Bueno, dado que no tenemos un software llamado "La
gran aventura del caucho" donde les dan todos esos datos ya listos,
les propongo que usen los libros de la biblioteca del segundo piso,
busquen en Internet con Google, vuelquen todos esos datos en Word,
hagan los gráficos y tablas con Excel, y realicen una presentación con
Power Point... supongo que los conocen muy bien...
• Obvio, volvió a decir el superado. La profe ya nos
enseñó todos los comandos, y también las teclas de atajo...
Obvio, pensó el Director mientras miraba a la cándida
docente, satisfecha por lo que ella consideraba que era un halago.
• Bueno, a trabajar. La semana que viene vengo a ver los
resultados, terminó el Director mientras se acercaba a la docente.
• Ud. es maravilloso, señor, le dijo casi lagrimeando la
coordinadora de Informática. Me ha dado una lección que jamás olvidaré.
A los dos días, el Director regresó a la Sala de
Computación y nuevamente volvió a escuchar gritos, pero esta
vez de los chicos de séptimo grado.
• ¡No sabe lo que me pasó, señor!, le dijo la Coordinadora
al Director con un dejo de angustia.
• ¿Qué?
• ¡No encuentro la goma!
Muchas veces me maravillo al ver a algunos inquietos
docentes (parecería
ser que cada vez son menos) cómo "exprimen" los
programas que tienen, inventando mil y una actividades; y al mismo
tiempo me fastidio
con aquellos que creen que un software educativo se
termina cuando
suena el timbre del recreo.
Que este humilde cuento, que he ajironado de alguno que me han contado hace ya muchos
años, sirva como motivación para todos aquellos docentes, comprometidos
con su vocación, que en los próximos días comienzan (en el
hemisferio sur) un nuevo ciclo lectivo. •
Título original: ¡Zambúllete!
Mis editoriales acerca de las TIC en la Educación en «El Magazine
de Horizonte» (2000-2008)
Autor: Jorge Rey Valzacchi
Primera edición: Buenos Aires,
Argentina, abril de 2013.
Biblioteca
Digital Virtual Educa
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