ESTAR ACTUALIZADO CADA DIA
A veces me
pongo a pensar y de tanto pensar no pienso; y mejor escribo lo que siento; y me
pregunto porque a las 2:00 de la madrugada es cuando me llegan las ideas;
cuando me revuelvo en la cama, el cuerpo me reclama que me levante y escriba mis
pensamientos; que, aunque no sean tan buenos son producto de una insomne mente.
Mientras escribo
y pienso veo los fantasmas de mi pasado; amigos y enemigos y recuerdo entre imágenes
sus rostros, escucho sus palabras y las pláticas o discusiones que tuvimos;
recuerdo de igual manera a los amores que deje en al paso del tiempo; recuerdo
cada momento de intimidad y el te quiero producto de la pasión; entre
pensamiento y pensamiento vuelvo a oler el perfume de su cuerpo a sentir sus
caricias y a escuchar su voz llamándome.
También recuerdo
mis miedos al enfrentar los peligros de la vida, al encontrarme en situaciones
en las que tuve que salir corriendo; en las discusiones que acabaron a golpes,
o con amenazas y en aquellas que simplemente fueron momentos de triunfo o de
perdida; aún recuerdo cuando los amantes de lo ajeno me tomaron por sorpresa y
se llevaron lo mío y aun sonrió cuando recuerdo los robos que se me hicieron y
viene a darme cuenta tiempo despues.
Recuerdo las
promesas que me hicieron y no se cumplieron y las que yo hice y no llegue a
cumplir. Mi mundo es muy simple; sin sorpresas, ni peligros extremos. Vivo en Cuautepec
con mi familia y sé que en este agitado país; o será en estos tiempos; cuando
alguien va sobre otro; no vale gran cosa tus medios de seguridad o tu vida; tal
vez por eso me levanto en la madrugada, que es el momento en que los fantasmas
se levantan y corren por la tierra inquietando a los vivos; porque en verdad no
creo ser la única persona que esta despierta escribiendo a estas horas y
lidiando con sus pensamientos y temores.
Si bien es
cierto que puedo pasar como un loco, eso no me preocupa; conforme a lo que decía
Facundo Cabral; en la vida no hay más que dos gracias; o se es un loco o se es
un pendejo; y como sigue diciendo la locura es progresiva, creativa y
destructiva; mientras que el pendejo siempre va a la baja y es contagioso;
tanto que en este mundo hay más pendejos que locos; tantos que hasta imponen a
un presidente.
Siendo así,
prefiero estar loco, pero un loco constructivo a la manera de los amorosos que
describe Jaime Sabines en su poesía; porque andan como locos, porque están solos…
LOS AMOROSOS
Jaime Sabines.
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
http://www.poemas-del-alma.com/los-amorosos.htm
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