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EDUCACIÓN PARA LA PAZ
Educación para la paz: Es el proceso de adquisición de los valores y conocimientos, así como las actitudes,
habilidades y comportamientos necesarios para conseguir la paz,
entendida como vivir en armonía con uno mismo, los demás y el medio ambiente.
El compromiso de educar para la paz puede expresarse en las siguientes
líneas:
·
“Trabajar
por un proceso educativo que signifique contribuir a alejar el peligro de la
guerra, poner fin al expolio de las zonas empobrecidas del planeta, enseñar
desde y para la no-violencia,
·
Aprender
a considerar el conflicto como un vehículo de cambio si sabemos resolverlo sin
recurrir a la violencia,
·
Integrar
al alumnado en un proceso de transformación de la sociedad hacia la justicia…”[7]
La palabra “paz” a su vez, tienen distintos significados.
·
Un
análisis lingüístico de su uso ha permitido diferenciar dos grandes
concepciones, la negativa y la positiva, emparentadas con dos definiciones de
la violencia, la directa y la estructural. La paz negativa pone el énfasis en
la mera ausencia de guerra, de violencia directa.
·
Presupone
un aparato militar que garantice el orden, disuada al enemigo y asegure la
perpetuación del statu quo.
Si la paz consiste solo en eso, poco tendrían que
hacer las personas que se dedican a la educación.[8]
La paz
negativa puede entenderse como resignación, como huida o inexistencia de
conflictos.[9] La
paz positiva, sin embargo, presupone un nivel reducido de violencia directa y
un elevado nivel de justicia.
Se persigue la armonía social, la justicia, la
igualdad y, por tanto, el cambio radical en la sociedad, la eliminación de la
violencia estructural.
El concepto
de violencia estructural, introducido por Johan Galtung, alude a las formas de
opresión y violencia generadas por las estructuras.[10]
·
La
paz positiva acepta el conflicto como una parte natural de la vida y procura su
pacífica solución.
·
La
paz, en síntesis, no es lo contrario de la guerra, sino la ausencia de de
violencia estructural, la armonía del ser humano consigo mismo, con los demás y
con la naturaleza.[11]
La educación para la paz toma los siguientes rasgos:
• Presupone tomar partido en el
proceso de socialización por valores que alienten el cambio social y personal
. • Cuestiona el propio acto educativo, alejándose de la concepción
tradicional, bancaria según la expresión de Paulo Freire, de la enseñanza como
algo meramente de transmisión. Entiende el acto educativo como un proceso
activo-creativo en el que el alumnado es agente vivo de transformación. • Lucha
contra la violencia simbólica, estructural, presente en el marco escolar.
• Intenta que coincidan fines y
medios. Se trata de llegar a contenidos distintos a través de medios distintos,
haciendo del conflicto y del aprendizaje de su resolución no violenta punto
central de su actuación.
• Combina ciertos conocimientos
sustantivos con la creación de una nueva sensibilidad, de un sentimiento
empático que favorézcala comprensión y aceptación del otro.
• Presta tanto atención al curriculum explícito como al “curriculum
oculto”, es decir, a la forma de organizar la vida en la escuela. Éste ha de
ser coherente con los contenidos manifiestos. Como se sabe, el tener que
enfrentarse día a día y durante una serie de años a las expectativas y rutinas
institucionales de la escuela supone una enseñanza y un aprendizaje tácito de
normas, valores, hábitos y disposiciones. La tolerancia, la participación, la
empatía, la solidaridad y demás valores “alternativos” deben vivirse con el
ejemplo.
• Se trata, en suma, de aprender a
pensar y a actuar de otra manera, algo que supera la ausencia de guerra, que no
plantea la paz como algo quimérico, sino como un proceso por el que se irá
pasando de la desigualdad a la igualdad, de la injusticia a la justicia, de la
indiferencia al compromiso
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