Hace
mil años dos filósofos se encontraron en la cuesta del Líbano y uno le dijo
al otro:
-¿Hacia
dónde te diriges?
-Busco
la fuente de la juventud -respondió el otro- que se halla entre estas
colinas. He. encontrado escritos donde cuenta sobre la fuente floreciendo
en dirección al sol. Y tú ¿qué buscas?
-Busco
el misterio de la muerte -contestó el primero.
Entonces
cada uno pensó que el otro estaba falto de grandes conocimientos y
comenzaron a discutir y a acusarse de ceguera espiritual.
Mientras
los filósofos discutían al viento, pasó por allí un extranjero considerado
tonto en su propia ciudad. Cuando oyó a los hombres en ardiente disputa se
detuvo por un momento y escuchó sus argumentos.
Luego
acercándose les dijo:
-Mis
buenos amigos, realmente ambos pertenecen a la misma escuela filosófica y
hablan sobre lo mismo, sólo que usan palabras diferentes. Uno de ustedes
busca la fuente de la juventud, y el otro el misterio de la muerte. Son una
misma cosa y como una habitan ambas en ustedes -y se apartó diciendo:
-Hasta
siempre, sabios.
Y
alejándose se reía con complaciente risa.
Los
dos filósofos se miraron en silencio por un momento y luego también ellos
rieron. Y uno de los dos dijo:
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