Poema de Kipling ( Si...)
Pablo Latapí Sarre
¿Cómo aprenden los maestros?, Cuadernos de Discusión•••••••6
Palabras de José Vasconcelos, pronunciadas hace casi 80 años (SEP, 1924: 859ss.); se trata de su discurso el Día del Maestro, de 1924, del que extraigo algunos pasajes de su prosa directa, incisiva y perturbadora:
“Llevo algunos años de ser, por ley, el jefe de los maestros.
En realidad nunca he podido sentirme jefe de veras, porque debe mandar quien está más alto moralmente, y yo no puedo comparar mi empeño, aunque ha sido grande, con el mérito indiscutible de la labor oscura y constante de quienes saben que no tendrán otra recompensa que la de sus propios corazones llenos de bien”.
Y recordando sus giras por Yucatán y Campeche, por Nuevo León, Querétaro y el Estado de México, dice en otro pasaje: “Figuras de maestras que pasan por mi memoria en vagos desfiles que el ensueño deslíe, rostros... que se han alejado y ya son sólo de hermanas. Maestros caducos y vencidos, que son tantos y están abandonados por todos los pueblos y ciudades.
Maestros jóvenes que se afanan y sueñan, hermanados en la lejanía de lo que se va volviendo el pasado; cada vez que yo piense en la patria serán ustedes los que le presten rostros. Será también en ustedes donde ponga la fe que vacila y no halla sitio donde asentarse”.
Y refiriéndose al ambiente de los primeros años que siguieron a la Revolución, Vasconcelos se pregunta: “¿Conforme a qué criterio se hará este nuevo juicio de los hombres, esta revisión de los valores sociales? Ofrezco desde luego una fórmula quizás incompleta, pero eficaz y sencilla: no hay más que dos clases de hombres: los que destruyen y los que construyen; y sólo hay una moral, la antigua y la eterna, que cambia de nombre cada vez que se ve prostituida, pero se mantiene la misma en esencia.
Hoy, de acuerdo con los tiempos, podríamos llamarla la moral del servicio. Según ella, habría también el hombre que sirve y el hombre que estorba... Constructores y destructores. Consumamos la reforma de la enseñanza, de la moral y de la historia, conforme a estas dos categorías. No se trata de una tesis irreal, sino muy humana y práctica. No exige santidad, pero sí obras útiles...”. “Que la escuela deseche las falsas etiquetas de la política militante.
Nada importa titularse liberal o conservador, radical o bolchevique, lo que interesa es distinguir al que sabe del que no sabe, al que edifica del que derrumba, al que crea del que destruye...”.
“Haced de la educación una cruzada y un misticismo; sin fe en lo trascendente no se realiza obra alguna que merezca el recuerdo. El magisterio debe mirarse como una vocación y debe llevarse adelante con la ayuda del gobierno, si es posible; sin su ayuda, si no la presta, pero fiándolo todo en cada caso a la fe en una misión propia y en la causa del mejoramiento humano”.
Y termina reafirmando su fe en los maestros con estas palabras: “El tono de mi discurso sería totalmente desolador y lúgubre si yo no tuviera una fe profunda en las virtudes humildes de que ustedes hacen derroche diario. Cuatro años he pasado entre ustedes, los más felices de mi vida, porque en ellos he gozado el goce profundo de ser útil, aunque sea en una mínima parte.
No sería sincero si no os confesase que a veces me he sentido impulsado y llevado como a la cabeza de un gran movimiento de liberación colectiva.
Por nosotros pasó una flama sagrada en estos años que representan el mayor esfuerzo que haya realizado el país por su cultura en toda la historia.
Una empresa vasta que hemos ido desarrollando... con el concurso de todo un pueblo; más aún con el aplauso y simpatía de todo un continente. ¡Terrible responsabilidad si hemos despertado en vano la esperanza!”.
Palabras de Vasconcelos que dejo flotando en el ambiente para que las escuche todo aquel que tenga oídos para escuchar...
Vasconcelos, José (1924), “Discurso del Día del Maestro”, en SEP, Boletín de la Secretaría de Educación Pública, t. III, núm. 5 y 6, 2° semestre de 1923 y 1er semestre de 1924, pp. 859 a 865.
www.oei.es/docentes/articulos/como_aprenden_maestros_latapi.pdf
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