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jueves, 5 de octubre de 2017

¿QUE ES PARA TI TU HIJO?

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¿QUE ES PARA TI TU HIJO?
                Esta es una pregunta que muy pocos padres se hacen y es que todos manifestamos que un hijo es nuestro orgullo, nuestra prosperidad que trabajamos para ellos; ¿Pero realmente esto es cierto?
En la poesía la Guaja, se expone que el niño para la señora es una carga, una vergüenza, un flojo del cual se espera algo; pero que no se apura por nada.
a Guaja
Ven acá granuja
¿Dónde andas so guaja?
Hoy te mondo los huesos a palos,
no llores ni huyas por que no te escapas,
yo no sé lo que hacer ya contigo me tienes muy harta,
a ti ya no te valen palabras, a ti ya no te valen razones,
ni riñas, ni encierros, ni golpes, ni nada.
Te dije al marcharme:
levántate pronto y estira esos huesos
y dobla las mantas y enciende la lumbre
y arrima el puchero y enjuaga las ollas
y barra la casa.
Y vengo y me encuentro grandísimo pillo,
la lumbre sin brazas,
la puchera sin caldo ni prigue,
la vivienda peor que una cuadra,
la burra sin pienso,
las pilas sin agua.
¿Segaste la hierba?
¿Trajiste la paja?
¿Regaste los tiestos?
¿Cerniste la harina?
¿Clavaste la estaca?
¿Comió la cordera?
¿Bebió la lechona?
¿Cogiste los huevos?
¿Mudaste la cabra?
¡Hum!
¿Y a ti qué te importa?
¿Para qué quieres cansarte?
Si aquí está la burra que todo te lo haga.
Te piensas granuja
que al estar tu madre hechita una negra
quemándose el alma,
mientras tú me malgastas el tiempo que da más que lástima,
hecho un ropa suelta...
hecho un rajamantas...
por esas callejas detrás de los perros,
por esos regatos tirando a las ranas,
o cogiendo nidos en las zarzamoras,
que así estás de lindo grandísimo guaja.
¿Y ese siete tan guapo en la blusa?
¿Y esos pantalones tan llenos de manchas?
¡Hum!
¡Qué gorra más limpia!
¡Qué medias tan majas!
¡Qué pelos tan lindos!
Qué cuello, qué puños, qué codos, ¡qué mangas!
Yo no sé lo que hacer ya contigo, me tienes muy harta.
De sobra conoces que somos solitos...
que ya no tenemos quien nos lo ganaba...
que la vida de toditos los pobres es vida de lágrimas...
¡pero ni por esas!
A ti que te dejen roncando en la cama
y te pongan la mesa tres veces
y rueden los días y viva la holganza
¡súbete esos calzones so pillo!
¡Átate esos zapatos so randa!
Límpiate esos mocos, lávate esa cara
y vete ahora mismo donde no te vea
que me tienes, me tienes muy harta.
Te aseguro chiquitín,
te aseguro que esto te se acaba.
Endende mañana ¡a la cola del burro!
Conmigo a la plaza, conmigo al molino,
conmigo a la haza,
a sudar fatigas, a mojarte el alma,
ya verás las penitas que cuesta...
ya verás con que ahogo se gana este pan que tan cómodamente a lo bobo,
¡a lo bobo te zampas!
Y ahora ¡a la cama!, ¡a la cama!
La aurora se acerca espléndida, diáfana,
lentamente despliegan las nubes su manto de escarcha,
la madre afanosa se tira del lecho
y sus toscos aperos prepara,
que ya espera más ruda que nunca la brega diaria,
cariñosa y tierna se acerca hasta el lecho donde el niño cándido,
tranquilo descansa,
un instante contempla amorosa su faz sonrosada
y después...
con cariño ferviente dando un beso en sus labios exclama:
¿Yo turbar este sueño tan dulce?
No fuera quien soy ni tuviera entrañas...
juega, brinca y destroza hijo mío...
¡tu madre lo gana!
Vicente Neirae
                Como docente he visto a los padres maltratar física y psicológicamente a los niños por obtener una calificación, los hacen trabajar y los someten a rigurosos esfuerzos por lograr que no sufran y logran una mejor vida; sé que no a todos ni todos tienen buena cabeza para el estudio o buena cabeza para ser honestos y trabajadores, en la escuela tratamos como objetos a las personas y nos valemos de ellos; pero en pocas  ocasiones los vemos como lo que son; y es que se nos olvida que son niños; les dejamos un poco de tiempo para el juego; pero no el juego de las máquinas y de los ataris; sino aquel en el que desarrollan sus habilidades físicas e intelectuales. He conocido docentes que tristemente no cantan con los niños, no bailan, ni juegan; no porque no puedan sino porque se apenan; pocos padres que conviven en juegos de mesa con sus hijos pequeños, lanzando la pelota para que el hijo la atrape.
                Hoy es común ver niños que corren torpemente porque sus padres no juegan con ellos, en las escuelas no se propicia el trabajo, la convivencia con otros niños de su grupo o el ajeno; ya no se juega los encantados, doña blanca, la rayuela, el tacón, con el trompo, el yoyo, las canicas; caballito de 20 pasos, el avión, el caracol; etcétera. Que eran juegos que ayudaban a los niños a mejorar sus habilidades físicas. Porque para muchos el niño no es niño es una calificación que llenara de orgullo a los padres y de honores la maestro; pero que hace torpes a los jóvenes física y socialmente; porque solo participan por competencia, ser mejores que los otros y no por estar con los

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