ESTAR ACTUALIZADO CADA DIA
ETICA y MORAL, ESTRUCTURA, CONTENIDOS Y
ACTITUDES
QUÉ
ENTENDEMOS POR ÉTICA Y MORAL? ESTRUCTURA, CONTENIDOS Y ACTITUDES.
Día a día, solemos emplear y añadir en nuestras
conversaciones palabras y conceptos que, en el fondo, no dominamos con exactitud,
pudiendo caer en un desafinado uso de los mismos. Un claro ejemplo es el de las
palabras “ética” y “moral”, frecuentemente utilizadas, tanto éstas
como toda la amplia gama lingüística que emana de las mismas, como sinónimos,
adjetivos o adverbios.
En líneas generales, la Ética (también
conocida como filosofía moral) es una disciplina filosófica
que trata sobre asuntos morales, es decir, aquello concerniente a
nuestra conducta, ofreciéndonos una catalogación de ésta como buena o mala
(ética aristotélica), debida o indebida (ética kantiana) o más o menos valiosa
(ética scheleriana).
La palabra “ética” posee dos raíces etimológicas
(ambas griegas):
êthos: hace
referencia a “el lugar” metafórico donde habitan las disposiciones generales y
naturales del hombre.
éthos: carácter
o forma de ser (hablando en términos modernos).
Ambas fueron
traducidas y sintetizadas al término latín “ mos” que, más tarde,
desembocaría en la palabra “moral”. En dicha traducción prevaleció el
sentido de “costumbre” o “hábito”, haciendo referencia a la vida moral de los
hombres y tomando, en un principio, la potestad de calificar los actos de éstos
como buenos o malos, división muy característica de la ética que el
filósofo griego Aristóteles desarrolla en su “Ética a Nicómaco”.
En este contexto, entendemos que la vida
moral de una persona se construye mediante la relación circular que existe
entre sus actos, sus hábitos o costumbres y su temperamento (disposición
natural), tomando dicha relación entre todos estos elementos como un todo
indisoluble.
He aquí la importancia de la educación en
el proceso de desarrollo de la vida moral de un individuo, ya que es la
encargada de tomar nuestra “primera naturaleza”, es decir, nuestras
disposiciones temperamentales “de serie”, y moldearla a través de experiencias
y sus respectivas consecuencias y conclusiones, gestando así la llamada
“segunda naturaleza” o “personalidad moral”.
Llegados a este punto podemos tomar la
Ética y la Moral como sinónimos, pero en realidad se suele realizar una
distinción entre estas dos disciplinas:
La Ética (con
mayúscula) o también llamada “filosofía moral” es la disciplina
encargada de realizar el estudio reflexivo y teórico de la vida moral práctica.
Ésta observa, analiza y teoriza sobre el funcionamiento, razón de ser y
finalidad de los distintos códigos moralistas que regulan y catalogan las
acciones humanas, pudiendo ser, por ejemplo, de naturaleza religiosa,
ideológica o puramente personalista.
La moral (con
minúscula) es aquella ejercida por las personas preocupadas por
reformar y alentar la práctica moral entre humanos (y a veces con la
naturaleza también), fomentando los hábitos y comportamientos dentro de una
perspectiva o código moralista concreto.
A pesar de esta distinción, el uso y
regulación de estas definiciones no es regular entre todos los autores,
culturas y épocas, por lo que es totalmente necesario realizar una
contextualización previa antes de abordar o calificar cualquier teoría,
conducta o acto concreto.
Ante la gran complejidad y ambigüedad de la
temática que presenta la definición y estudio de la moralidad, y con tal de
seguir profundizando en su entendimiento, es necesario abordar la misma desde
perspectivas y dimensiones distintas:
MORAL COMO
ESTRUCTURA
Nuestra libertad
reflexiva y la necesidad de adaptarnos culturalmente al entorno hacen que
desarrollemos una personalidad moral concreta, obligándonos a tomar
decisiones de forma estructural y a partir de la naturaleza de sus contenidos.
Analizar a ésta de forma estructural significa comparar los elementos
de naturaleza moral en contraposición con otras dimensiones o perspectivas,
abordándolos dentro de una estructura binaria (bueno y malo, por ejemplo). En
este contexto encontramos tres principales estructuras o dicotomías:
+Moral vs Inmoral: Aunque
nos creamos conscientemente libres, estamos determinados a no poder renunciar a
llevar a cabo una vida moral, ya que deliberadamente o no, es más bien la
libertad de nuestra consciencia y el cálculo de nuestras consecuencias morales
lo que nos hace libres. La propia naturaleza moral del hombre como
estructura nos obliga a ubicar nuestros actos o hábitos respecto a un “más acá”
o un “más allá”. Entorno a este juicio también aflora la virtud innata
y constante del “beneficio de la causalidad”, aquél que nos permite calcular el
valor y las consecuencias de una manifestación moral dependiendo de la relación
de éste con un contexto determinado, ayudándonos e interfiriendo en cuan moral
o inmoral es algo desde nuestro punto de vista.
+Moral vs Amoral: Entendemos
por una actitud amoral aquella que permanece exenta de cuestionar si
algo se encuentra “más acá” o “más allá”. Una personalidad más ética
es considerada como tal conforme a la virtud para elegir respecto a su propia
razón y sentido, en cambio, por una personalidad estética entendemos aquella
abandonada a la merced del capricho, del impulso y de las corrientes
sociales. Según la antropología, no se han dado estructuras
socioculturales donde no hayan existido preferencias de actuación, por lo que el
fenómeno de la “amoralidad” es contemplado más bien como un problema
psicopatológico, ya que bien a la merced de la propia razón, o bien
impulsados por las corrientes sociales, estaremos actuando dentro de un marco
que nos permite distinguir entre algún tipo de “más acá” y “más allá”.
+Moral vs
Desmoralizado: “Estar desmoralizado” no es sinónimo de actuar
inmoralmente como antítesis de lo ubicado más cerca de la ética. Esta dicotomía
califica lo moralizado frente lo desmoralizado como algo con la capacidad de
mantener el suficiente ánimo para afrontar la vida pese a las dificultades que
ésta presenta
. A priori, esta estructura es paralela e independiente al
obrar mejor o peor, pues se puede estar atravesando una etapa de
desmoralización y, pese a lo que se puede intuir, estar cosechando unos hábitos
o actos cercanos a “lo bueno” o “más acá”, no obstante, presentar una
disposición moralizada, con energía, puede ayudar a enfrentarnos a los dilemas
de actuación moral que nos podemos encontrar en nuestro día a día.
MORAL COMO
CONTENIDO
A partir de la condición estructuralmente moral por
la que el ser humano no solo se trata de ajustar a la realidad de
cualquier forma, sino con justeza y de una manera preferible (buena,
debida o valiosa), surge lo que llamamos la “moral como contenido”, contenidos
que normalmente se presentan guiados por un “código moral” o unos “principios
morales”
¿Es posible no elegir lo bueno, deseable o más
valorado? Según Aristóteles no, no es posible. El equívoco se encuentra en la
ambigüedad del término “bueno”, ya que no siempre se utiliza en sentido moral,
siendo usado como un concepto utilitarista, es decir, algo es bueno cuando ha
cumplido la función que le ha sido encomendada. El contenido está
supeditado al acto como herramienta. Kant, en cambio, trascendió la
calificación de algo “bueno o malo” y lo separó de algo “provechoso o
perjudicial” respecto a una voluntad humana determinada por la razón, tanto
práctica como teórica y premiándonos con la confección de sus imperativos
hipotéticos (reglas de tres) y categóricos (principios universales)
Dependiendo de su contenido, podemos distinguir
entre dos tipos de éticas:
+Éticas materiales-¿Qué
hacer?: Un claro ejemplo sería el de los códigos morales, pues
prescriben y regulan de modo bastante concreto y detallado el contenido de
nuestros comportamientos.
+Éticas formales-¿Cómo
hacerlo?: La ética sin códigos, basada en principios y
donde destaca el papel de la ética kantiana, puramente formal y vacía de
contenidos. Kant se preocupó más sobre los requisitos que debía de cumplir una
acción moral por encima de definir una conducta como tal. “Obra sólo
según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta
en una ley universal”. Estas palabras traídas del filósofo I. Kant son un
claro ejemplo de su concepto de imperativo categórico y de su ética formal.
MORAL COMO
ACTITUD
Para hablar de la moral como actitud hemos de
hablar del protagonismo de la consciencia ya que, a pesar de estar expuesta a
múltiples condicionamientos, sólo los individuos pueden presentar una
actitud moral si se responsabilizan de sus acciones.
La consciencia ha de ser abierta al diálogo, a la
interrogación y a ser advertida de sus dobleces y autoengaños, pues ésta es la línea
irrebasable de la moral, haciendo que el individuo sea el único
protagonista y responsable de las consecuencias de sus actos.
El
individualismo ético proviene de la sociabilización, ya que la identidad moral
como actitud se construye en base a las identificaciones y relaciones que se
producen con el entorno, no obstante y a pesar de que la moral se ejerce de
forma individual, no existe una actitud realmente ética individual que no tenga
en cuenta una ética social e interpersonal.
Por otro lado y centrado en la moral como actitud
ejercida desde la política, Max Weber contrapone la “ética de la
responsabilidad” a la “ética de la intención” (también conocida como la “ética
de la convicción”):
+Ética de la intención o
convicción: Ligada a la ética kantiana y en la que los resultados
son independientes de la acción. Está basada en una actitud moral de
principios, inviolables independientemente de los fines o consecuencias. No
hay nada que pueda ser bueno sin restricciones más allá de una buena voluntad.
+Ética de la
responsabilidad: Aquella que presenta una actitud atenta a
las consecuencias (deseadas o no) directas y colaterales previsibles a una
acción. Ésta esconde la llamada “ética del éxito”, una actitud resultadista
que, en teoría, acaba con cualquier ética al ser proclive a vulnerar unos
principios éticos con tal de perseguir unos objetivos concretos o eludir una
serie de problemas o consecuencias negativas.
Por encima de las teorías, definiciones y desde mi
punto de vista, lo más importante de instruirse, consumir contenidos y de
reflexionar acerca de la Ética y la moralidad es el inevitable juicio que se
produce al entrar en contacto ( y posible conflicto) toda esta
información con nuestro propio autoconocimiento.
Es absolutamente necesario el papel del estudio de las conductas y valores
humanos en el proceso de la educación, pues no existe otra forma de ser conscientes
de nuestra propia personalidad moral si no hay nada que constantemente esté
(mínimamente) haciéndonos reflexionar sobre ello. Haciendo referencia a uno de
los párrafos anteriores, me gustaría añadir que nuestra “segunda naturaleza” no
acaba nunca, está en constante evolución, siempre está moldeándose y es muy
importante hacer especial incapié en aquello que, como he dicho en anteriores
ocasiones, convirtió al “homo” en “sapiens”.
Gracias por su lectura y su visita. Si le ha
parecido de su interés, le recomiendo que se haga suscriptor/a por correo
electrónico (parte superior de la columna derecha) y así no se perderá ninguna
de las actualizaciones semanales. También pueden seguir mi actividad en https://www.facebook.com/MusicThinkShout/.
Eduardo Sánchez-Escribano García de la Rosa
BIBLIOGRAFÍA
UTILIZADA PARA EL PRESENTE ARTÍCULO:
- –“LA AVENTURA DE LA MORALIDAD: PARADIGMAS, FRONTERAS Y PROBLEMAS DE LA ÉTICA” (CARLOS GÓMEZ, JAVIER MUGUERZA)
- –“ÉTICA A NICÓMACO” (ARISTÓTELES)
- –“FUNDAMENTACIÓN PARA UNA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES”, “CRÍTICA A LA RAZÓN PRÁCTICA” Y “CRÍTICA A LA RAZÓN PURA” (IMMANUEL KANT)
- –“EL FORMALISMO EN LA ÉTICA Y LA ÉTICA MATERIAL DE LOS VALORES” (MAX SCHLER)
- OTRAS ENTRADAS RECOMENDADAS:
- ¿QUÉ ES EL ARTE? ¿MÚSICOS Y/O ARTISTAS? CRÍTICA Y REFLEXIÓN PARA DAR PIÉ A UNA LÍNEA DE PROYECTOS.
- “EL ANILLO DE GIGES”: DE PLATÓN A J.K. ROWLING Y PASANDO POR TOLKIEN
- LA HUMILDAD COMO VALOR TRANSVERSAL EN LA MÚSICA
- POR FAVOR, ESCUCHEN AL PROFESOR DE MÚSICA
No hay comentarios:
Publicar un comentario