ESTAR ACTUALIZADO CADA DIA
REPROGRAMA TU INCONSCIENTE CAMBIANDO COMO HABLAS
¿Sabías
que el lenguaje influye en cosas como profecías autocumplidas, inhabilidad o
éxito para cumplir metas y resolver problemas? Aprende una técnica para alinear
lo que dices con lo que quieres lograr y pon a tu inconsciente a tu servicio.
Lo usamos tan naturalmente como
respiramos y la mayoría de nosotros no le presta mucha atención. El
lenguaje es una poderosa herramienta para comunicar y tiene más
influencia sobre nuestras vidas de lo que nos damos cuenta. ¿Te ha pasado lo
típico de hacer justo lo contrario de lo que querías? Eso de que
cruzas los dedos para que algo no pase, y pasa. “No me quiero caer, no me
quiero caer” y te tropiezas; “no puedo fallar, no puedo fallar” y fallas; “no
debo decirle eso a esa persona” y, cuando menos lo pensaste, se te escapa. Las
causas están arraigadas en aquella misteriosa parte de nuestro cerebro que ha
fascinado a los científicospor más de un siglo: el inconsciente.
Entendiendo
un poco al inconsciente
El inconsciente es aquella parte de
nuestra mente de la cual no estamos conscientes. Es la parte que se encarga de
hacer funcionar nuestro cuerpo, de interpretar y almacenar la información
recibida por nuestros cinco sentidos (que, se estima, es 11 mega bits de
información por segundo), organiza y guarda recuerdos, y cumple un sinnúmero de
otras funciones relacionadas. Hay estudios que
sugieren que nuestras decisiones, acciones, emociones y comportamiento
dependen en un 95% del pensamiento que se da de manera inconsciente.
En contraste, la parte
consciente de nosotros (que constituiría el 5% restante de nuestro
pensamiento) es aquella sobre la que estamos ¡sorpresa! conscientes mientras
estamos despiertos. Es la voz dentro de nuestra cabeza y funciona lógica,
racional y secuencialmente; ordena la información, busca patrones y la procesa
y clasifica de manera que podamos entenderla. Ahora bien, lo que hay que
destacar es que cuando decimos algo conscientemente, puede tener efectos en
nuestro inconsciente.
Una característica esencial del
inconsciente es que funciona a través de símbolos e imágenes, en
vez de texto o letras. Esto implica que, como el mismo Freud lo sostuvo en su
tiempo, el inconsciente no procesa negativos. Si te digo: “no
pienses en una silla roja”, ¿qué se te viene a la mente? Muy probablemente, una
silla roja.
De la misma manera, si me digo a mí
mismo “no puedo fallar”, “no quiero caerme” o “no debo comer papas fritas”, el
inconsciente tendría imágenes de fallar, caer y papas fritas (independiente de
que sean cosas que te gusten o no). Esto no quiere decir que siempre falle, me
caiga o zambulla la cara en una bolsa de papas Lay’s, pero
aumenta considerablemente las probabilidades de que estas cosas sucedan.
¿Qué
puedo hacer al respecto?
Refrasear (esto es, poner lo mismo en
palabras distintas o con otro ángulo), y expresar tus deseos
afirmativamente. “Quiero triunfar”, “quiero mantener el equilibrio” o
“quiero resistir la tentación”, “debo mantener la figura”, para los ejemplos
dados arriba. Si todavía no te convence esto, piensa lo siguiente: ¿qué es
mejor? ¿Decir “no soy un mentiroso”, o “soy una persona que dice la
verdad”? ¿“Voy a intentar no fallar” o “voy a intentarhacer las cosas bien”?
Esta herramienta (pues sí, es una
herramienta) es muy popular entre los políticos y oradores en
general, como podrás imaginar, y además puede hacer una gran diferencia en tu
día a día.
Del
"no puedo" al "debo mejorar"
Todos tenemos cosas que nos gustan y
que no nos gustan. La pregunta es: ¿en qué me quiero enfocar? El poner
más atención a las cosas negativas es un aspecto natural de nuestro cerebro. Referido
por el neuropsicólogo norteamericano Rick Hanson como el “sesgo negativo”, la
información negativa es, instintivamente, más relevante para nuestro cerebro
pues activa nuestros mecanismos de supervivencia. En sus palabras, “el cerebro
es como velcro para las experiencias negativas y teflón para las positivas.
El resultado natural es un creciente –e injusto- residuo de dolor
emocional, pesimismo e inhibición entumecedora en nuestra memoria
implícita”. Eso sí, el mismo Hanson dice que con un poco de esfuerzo y
consciencia, esto se puede vencer.
Si me repito una y otra vez que “no me
gustan las clases” o “no me gusta el fútbol” (dos cosas que son perfectamente válidas)
claramente no lo voy a pasar bien en ambas, y quizás hasta me angustie pensando
al respecto. Pero, si refraseo, puedo encontrar una manera más productiva y
hábil de enfrentar estas incomodidades: “me gustaría pasarlo mejor en clases”,
“me gustan más los fines de semana” o “quisiera ser mejor para el fútbol” (y
mejor aún, ponerse un objetivo "debo entrenar para ser mejor en el
fútbol"), el punto de enfoque cambia. Podemos concentrarnos en lo
que nos gusta o en maneras para trabajar en aquello que no nos gusta tanto,
en vez de sentir aquella vieja impotencia cada vez que nos encontrábamos en
clase o en medio de un partido. Para algunas personas esto cuesta en un
comienzo, pero con práctica se hace más fácil y más natural.
Lo mismo corre para la opinión
de nosotros mismos. Somos muy susceptibles a las
"etiquetas" y una vez que las adoptamos ("no soy
bueno para las matemáticas") es muy difícil dejarlas de lado, pues las
transformamos en nuestra realidad. Por eso, es importante no etiquetarse y
buscar formas positivas de expresar lo mismo ("me falta mejorar en
matemáticas") de modo que para nuestro inconsciente, pase de ser
una característica inmutable, a un estado temporal posible de
modificar.
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