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SINDROME DE PROCUSTO
Publicado el 20/06/2016 por excelencemanagement
La incapacidad
para reconocer como válidas ideas de otros, el miedo a ser superado
profesionalmente por un subordinado o la envidia pueden llevar a algunos
directivos o mandos intermedios a eludir su principal responsabilidad, tomar
las decisiones más adecuadas para su empresa, dedicándose a cercenar las
iniciativas, aportaciones e ideas de aquellos que pueden dejarles en evidencia.
Es el Síndrome de Procusto, un nombre de origen mitológico que retrata una
figura que suele observarse en entornos laborales y resulta nefasta para
cualquier organización o equipo, incluido el de Comunicación.
La propia
definición del síndrome de Procusto ya deja claras sus negativas consecuencias:
“Aquel que corta la cabeza o
los pies de quien sobresale”.
Historia del mito:
En la mitología griega,
Procusto era un posadero que tenía su negocio en las colinas de Ática. Cuando
un viajero solitario se alojaba allí, Procusto entraba por la noche en su
habitación y le ataba las extremidades a las esquinas de la cama.
Entonces, había dos
posibilidades. Si el viajero era más grande que la cama, Procusto le cortaba
las extremidades que sobresalían (pies, brazos, cabeza…) para que ‘encajase’
exactamente en el lecho.
Si por el contrario era más
pequeño, le ‘estiraba’ hasta descoyuntarlo para que se adaptase a la medida. De
hecho, el verdadero nombre del posadero era Damastes. Procusto era su apodo ya
que significa ‘el estirador’.
Lo cierto es que nadie se
adaptaba inicialmente a la medida ya que, al parecer, Procusto tenía dos camas
para esta tarea, una grande y otra pequeña, y asignaba una u otra habitación en
función de la altura del huesped.
El héroe Teseo, en el último
de sus trabajos, fue quien acabó con Procusto engañándole para que se tumbase
en la cama, momento que aprovechó para atarle y aplicarle su propio ‘método’.
El Lecho de Procusto:
La literatura universal ha
utilizado frecuentemente esta figura desde la antigua Grecia y muy pronto se
aplicó a diferentes entornos como la familia, la empresa, la política…
Básicamente Procusto se ha
convertido sinónimo de uniformidad y su síndrome define la intolerancia a la
diferencia.
Así, cuando alguien quiere que
todo se ajuste a lo que dice o piensa, lo que quiere es que todos se acuesten
en el ‘Lecho de Procusto’.
Procustos en la empresa:
Para reconocer mejor la figura
del Procusto en una organización, suelo realizar una distinción entre dos
modelos que tienen ligeras diferencias, ‘Conscientes’ e ‘Inconscientes’ de que
lo son:
1.
Inconscientes de que lo son: Directivos
y mandos intermedios que no escuchan otras opiniones al entender directamente
que su idea siempre va a ser la mejor y son los demás quienes deben adaptarse a
ella.
2.
Conscientes de que lo son:
Directivos y mandos intermedios que reconocen entre sus subordinados a figuras
que pueden hacerles sombra.
Consecuencias:
Inconscientes de que lo son:
§ Su
visión siempre es tan clara que se molestan si se les dice que no tienen razón.
§ No
se ponen en el lugar de los demás, aunque creen que sí lo hacen.
§ Suelen
hablar de tolerancia, multidiversidad, intercambio de ideas… pero cuando esto
se produce no soportan que se den opiniones diferentes a la suya y encuentran
cómo criticar o deslegitimar a esa persona.
Conscientes de que lo son:
§ Tienen
miedo de ‘jóvenes, nuevos y proactivos’ con conocimientos, capacidades o
iniciativas que ellos no tienen.
§ Por
ello, limitan las capacidades, creatividad e iniciativa de sus subordinados
para que no evidencien sus propias carencias.
§ Son
capaces de modificar su posicionamiento inicial ante un tema si ven que alguien
opina igual y puede llegar a capitalizar la atención o destacar sobre él si se
acepta esa tesis.
Consecuencias comunes:
§ Generan
un clima laboral de tensión y estrés.
§ Fuerza
las circunstancias para ajustarlas a su propio modelo.
§ No
optimizan sus equipos. Priman su visión personal, o incluso sus intereses
particulares, frente a la maximización del rendimiento y la eficacia.
§ Deforman,
ocultan, interpretan… los datos obtenidos tras un estudio de manera que
confirmen su hipótesis previa.
§ No
asignan tareas a quienes las harían mejor, cierran su acceso a proyectos en los
que destacarían, no les evalúan correctamente en los controles internos…
§ Exigen
niveles de Calidad y perfección que, en muchas ocasiones, ni las tienen ellos
ni se pueden alcanzar.
§ Por
su autoconvencimiento de tener razón, son más proclives al lanzamiento de
productos o servicios que exigen una cierta adaptación del usuario. Esto puede
traer éxitos momentáneos si lo que se aporta también es novedoso y atractivo,
pero si no se ha procurado adaptarse totalmente a lo que precisa el mercado la
competencia pronto lo clonará adecuándolo al consumidor/cliente y llevará al
fracaso a quien lo creó.
El departamento de
Comunicación:
En los tiempos actuales, en
los que las funciones de los departamentos de comunicación se han ampliado, un
Dircom debe tener especial cuidado en no convertirse en un Procusto ya que
tiene una serie de peligros añadidos que contribuyen a esa posibilidad.
§ La
ampliación de las funciones puede dejar fuera de juego a quienes se han
limitado a poco más que el envío de notas de prensa y relaciones con la prensa
(generalmente porque esa era la única función que se les asignaba).
§ El
crecimiento de los departamentos lleva al Dircom a tener que desarrollar
labores de liderazgo y dirección de personas que, en algunos casos, nunca ha
tenido que desempeñar al trabajar sólo.
§ Las
redes sociales han traído la necesidad de entender y dominar su alcance,
posibilidades y métricas; un entorno tecnológico al que puede costar adaptarse.
Cuando se da
alguno de los puntos anteriores y se destapan carencias es cuando pueden surgir
los Procustos.
Frente a esto,
profesionalidad y formación continua son la solución. Ambas son las que aportan
los conocimientos y la visión necesarios para tener la capacidad de gestionar
adecuadamente las virtudes propias y las de los subordinados, y lograr que
todas ellas contribuyan al bien común de la empresa y el equipo.
Porque el problema no es tener
subordinados que saben más que tú sobre determinados temas, una situación que
incluso es deseable como queda claro en la frase anterior de Steve Jobs
(imagen). El problema es no saber gestionar ese talento.
Conclusión:
El Síndrome de Procusto es un
gran mal de muchas empresas y prácticamente todos hemos visto casos concretos
en los que se produce.
Como reflexión
final, una frase propia que llevo años utilizando para referirme a este tema:
“El gran problema de muchas empresas es que tienen
empleados en puestos de responsabilidad que han decidido (consciente o
inconscientemente) que sus obligaciones no son las que les ha asignado la
empresa, sino que su trabajo consiste en mantener su trabajo”.