El complejo
comercial en el mundo global proporciona un fehaciente ejemplo de como el
impulso comercial pone a la venta los elementos culturales para las personas;
sin compromiso, en mezcolanza y sin interesar a las mismas reglas que formulan
esa cultura.
Veamos se sabe
que existen personas cuyos rasgos
personales son idénticos o afines a alguna filosofía; para estos sujetos existen formas de comercio innumerables que se construyen en base a la economía de las
personas y a la comercialización a la que se exponen.
La escuela básica
comúnmente ofrece esta cultura a los
alumnos a través de los docentes; pero, eso no obsta para que los docentes sin
querer; propicien un tipo de cultura comercial entre sus alumnos.
Los que comercian con la cultura, no tienen ningún
interés en la cultura; desde su origen o hacia quienes va dirigida. Para ellos
la mezcolanza y su filosofía son lo de menos. Una tribu tecnológica solo luce
lo bello de una filosofía; no se interesa en el análisis de su origen, ni en el
desarrollo físico de la misma; solo se interesa sobre el nivel comercial y a
cuantas personas puede llegar; por puntos de venta y tiempo en que se pueda
explotar “la moda”.
Los maestros
en la escuela también son víctimas de este régimen comercial; pero como ellos
disfrutan de una posición asociada a la
moda de un comercio dedicado en moda de vestir, para hacer deporte; para beber,
botanear; para divertirse y dormir.
En total el
comercio es bueno si ayuda a compartir la cultura entre grupos; lo malo de ello
es cuando trata de imponer; un modo de cultura y enajena a cierto número de
personas o tribus de la ciudad.
The corzo
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